Una segunda vida para el bote de lejía
Una cremallera, unos dedos de hierro y tiempo libre. Básicamente es lo que hace falta para dar a estos botes domésticos una segunda razón para existir.
El truco: hacer los agujeros en el plástico con antelación para dejar pasar la aguja más facilmente a la hora de coser.
Y el bote se convierte en contenedor curioso.